Jinmu Tennō

Primer Emperador y fundador oficial de la nación japonesa.

Nacido en el año 711, gobernó entre los años 660 y 585 antes de Cristo. Se lo menciona por primera vez en los clásicos del siglo VIII, Kojiki y Nihon Shoki. Se considera a la familia imperial descendiente de este guerrero, lo que los convierte en el reinado más antiguo del mundo en la actualidad. Se dice que era descendiente de la Diosa del Sol, Amaterasu y de ahí, su origen divino.

Emperador Guerrero, guiando a su pueblo gracias al Cuervo Yatagarasu

Enviado por los dioses, quien los ayuda a llegar a Nara dónde fundarian la capital de Japón. Durante muchos años no se supo dónde había sido enterrado el primer Emperador. Fue recién en el período Edo que se encontró su tumba en la ciudad de Nara. Su ubicación exacta se pudo encontrar gracias a un fragmento del Kojiki y del Nihon Shoki que dice: “El mausoleo de Agosto se encuentra en la punta del Kashi en la cara norte del Monte Urebi”

Tumba del Emperador Jinmu Tennō en la ciudad de Nara

Durante la búsqueda de Jimmu Tenno para consolidar Japón, navegó a la región de Kumano (actualmente prefectura de Wakayama). Esa área (península de Kii) era conocida por ser un lugar muy místico, rodeado por fuerzas sobrenaturales y humanas de índole salvaje. Aún en estos días muchas personas tienen la firme creencia de que la región de Kumano es un foco de actividad síquica intensa. Es una región muy agresiva como muchas personas pudieran decir. Existen además muchas historias de fantasmas y de espíritus violentos en este lugar.

Una de las últimas asociaciones con las imágenes de aves de presa, como águilas y halcones ocurrió cuando Jimmu Termo estuvo en Kumano.

Nos cuenta la leyenda que durante una batalla en particular, un Kite (especie pájaro dorado), halcón dorado, aterrizó en el arco de Jimmu Tenno, dio un poderoso grito y emitió una luz brillante que hizo retroceder a las fuerzas opositoras. Las imágenes de Jimmu Tenno a menudo se representan con un Kite en su arco, y desde esos tiempos hasta nuestros días el símbolo del ave de presa permanece intrínsecamente conectado al Budo tradicional, no solo como un símbolo sagrado, sino también como un símbolo lleno de significados, solamente la luz representa la virtud, la energía, la concentración, el conocimiento y la vida. Esta es la historia más relevante de Jimmu en Kumano.

La segunda historia más importante es la que relata como, cuando al arribar a una determinada región de Kumano enfrentándose a fuerzas rebeldes, Jimmu Termo invocó toda su energía, levantó su espada y permaneció en esa posición, observando al enemigo pero sin mirar a ninguno de ellos en particular. Su energía y su espíritu se fusionaron con su espada volviéndose uno. El no tuvo necesidad de atacar. El no arrebató ninguna vida. El enemigo se vio inutilizado, haciéndosele imposible llevar a cabo ninguna acción contra él. El mero acto de elevar su espada cargada con su propia energía aplacó los disturbios, no hubo necesidad de más acciones. En este sentido, la espada blandida por Jimmu Tenno fue de Aiki Myo Ken (la espada maravillosa que da vida). Esta historia es la primera y más antigua mención, de “La espada que da vida”, la espada divina, en la batalla.

Muchos son los símbolos que evoca el concepto de la espada divina. Muchos maestros dicen que la Espada Divina representa el sistema nervioso humano, la percepción (los sentidos), la compasión, la gentileza, el más fino y armonizado intelecto. Lo que es decir, lo mejor del espíritu del hombre.

Por otra parte, la espada inferior, aquella que lo corta todo, Satsujinken, la espada que quita la vida, la espada que es solo un mero instrumento técnico, representa la patología de la mente, la agresión, las pasiones bajas, las tendencias bajas. Es decir, lo peor del espíritu humano.

La espada superior es aquella que da vida, la espada que cura y purifica, Katsujinken.

Este Iki — Ken (espada de vida) es la fuerza unificadora, la fuerza que revivifica, la tuerza curativa que emana de nosotros y de la naturaleza. Cuando Jimmu Tenno elevó esta espada suprema las fuerzas destructivas fueron doblegadas y la armonía fue reestablecida sin derramamiento de sangre. Jimmu Tenno creció en poder y sabiduría, no en orgullo ni en vanidad, con cada una de esas dos experiencias.

El fue conciente de que en ambos casos alcanzó la victoria no por si mismo sino siendo depositario de algo superior que le fue entregado.

El fue un mero conductor de la sabiduría antigua y de las virtudes ancestrales. Dejando la vanidad anidar en su corazón, ninguna virtud hubiera podido permanecer. La espada que da vida no es una analogía de una estrategia superior, o de un poder superior, pero si de una grandiosa sabiduría y de un espíritu superior.

Sin el respeto verdadero, el verdadero sentido del deber y la verdadera gratitud la espada permanece en un estado inferior. Es muy difícil para un maestro describir el significado de estos conceptos y más aún enseñarlos, ya que alejan al hombre de la naturaleza baja, no porque las personas no puedan entenderlos sino porque son propensas a prescindir de ellos y a rechazarlos.

Existe un pasaje acerca de un samurai que fue a ofrecer sus respetos a un santuario y se hospedó en un hostal que quedaba cerca. Otro huésped de la misma posada le preguntó el nombre del Kami (dios) cuyo santuario el estaba visitando.

El samurai, que estaba ya preparado para irse a la cama a dormir, educadamente evadió dar una respuesta a la pregunta efectuada, asegurándole al otro huésped que él le daría una respuesta adecuada a la mañana siguiente. Cuando el interlocutor insistió, el samurai se levantó, vistió sus ropas formales nuevamente, sentándose muy derecho sobre el cojín, realizó una reverencia, y solo después dijo “Amaterasu Shimasusume Omikami”. Tras lo cual se inclinó nuevamente, expreso las buenas noches, se desvistió doblando sus ropas y se recostó para dormir. Solamente por respetó el no podía decir el nombre de la deidad en sus ropas de cama.

Para aquellos que entiendan esto, nada más debe ser dicho. Ellos pueden entender La Espada que da la Vida. A aquellos que no han entendido, nada más debe ser dicho.